viernes, 27 de junio de 2025

Divulgación_Blog

 

 Autor: Odalis Camila Soto Porras 

El conocimiento científico frente a la desinformación en línea: Desafíos y soluciones. 

En el área digital, el acceso a la información se ha extendido como nunca antes. Sin embargo, este echo también ha facilitado la programación masiva de desinformación. En esta situación, el conocimiento científico se mira constantemente desafiado y retado por contenidos que, aunque carentes de rigor, resultan persuasivos, fáciles de consumir y ampliamente compartidos en redes sociales.


Uno de los principales problemas es que la desinformación apela a las emociones y se disfraza de “verdad alternativa”, lo que le permite viralizarse con facilidad. Por el contrario, la ciencia se basa en la evidencia, el análisis crítico y la revisión sistemática, características que muchas veces se perciben como inaccesibles o poco atractivas para el público general (Bunge, 2000). Esta brecha entre el lenguaje científico y el lenguaje cotidiano es uno de los factores que facilita la aceptación de noticias falsas, sobre todo en temas como salud, medio ambiente o tecnología.

 


A esto se suma la desconfianza hacia las instituciones científicas, alimentada por teorías conspirativas y por el desconocimiento de cómo funciona la ciencia. Como señala Klimovsky (1994), el conocimiento científico no es infalible ni absoluto, pero posee mecanismos de control y corrección que lo hacen más confiable que otras formas de saber. Cuando se ignoran estos procesos, la ciencia pierde legitimidad ante sectores que prefieren creencias infundadas.

Entre las soluciones necesarias, destaca la importancia de mejorar la divulgación científica. Esta debe ir más allá de la simple traducción del lenguaje técnico: implica crear narrativas comprensibles, contextualizadas y empáticas, sin sacrificar el rigor. Asimismo, se requiere una educación epistemológica que enseñe a distinguir entre opiniones y conocimientos fundamentados. Según el resumen "Epistemología para principiantes" (2023), educar en pensamiento crítico es una herramienta esencial para combatir la credulidad y fomentar ciudadanos más reflexivos y meditación.

 

Otro aspecto crucial es el papel de las plataformas digitales. Estas deben implementar sistemas más eficaces para identificar y frenar la difusión de contenidos falsos, al tiempo que promuevan fuentes científicas confiables. No se trata de censura, sino de crear un entorno informativo más saludable, donde prevalezca el conocimiento basado en evidencia que difundan la realidad lo honesto.

En conclusión, el conocimiento científico enfrenta desafíos significativos ante la desinformación en línea, pero también posee herramientas para superarlos. A través de una mejor comunicación, educación crítica y responsabilidad compartida entre científicos, medios y ciudadanía, es posible fortalecer el papel de la ciencia como guía confiable en la toma de decisiones.


Referencias 


Autor: Cristina Sambachi


Introducción

        Vivimos en una era donde la tecnología ha transformado radicalmente cómo accedemos al conocimiento. Ya no solo se aprende en las aulas o con libros, sino también en redes sociales, videos y blogs. ¿Pero qué tipo de saberes están dominando este nuevo espacio digital? ¿Se están valorando más o menos los conocimientos tradicionales?

¿Qué entendemos por saberes diversos?

Tradicionalmente, el conocimiento científico ha tenido mayor legitimidad. Sin embargo, la filósofa María de Agüero Servín (2011) afirma que “toda sabiduría es legítima como virtud superior, o como una sabiduría entre muchas otras” (p. 16), reconociendo así el valor del saber común, técnico o intuitivo. Gracias a la digitalización, estos saberes antes marginados hoy circulan con fuerza en redes sociales, blogs, podcasts y videos educativos, donde miles de personas comparten experiencias, remedios caseros, consejos laborales o conocimientos ancestrales.


Digitalización: ¿una amenaza o una oportunidad?

Hoy en día, la educación digital incorpora saberes más diversos, desde los tutoriales técnicos en YouTube hasta historias orales compartidas en podcasts o TikToks de divulgación cultural. Esto amplía el panorama educativo, permitiendo que estudiantes accedan a conocimientos desde diferentes contextos y experiencias. La propuesta de Enrique Leff (2006) sobre un “diálogo de saberes” es clave aquí. La escuela, como espacio formativo, debería fomentar ese diálogo entre la ciencia, la cultura, la técnica y la espiritualidad. No solo preparar para exámenes, sino para comprender el mundo desde diferentes perspectivas.



                                                          



 ¿Qué dicen los datos?

A nivel mundial, investigadores como Fiormonte (2023) defienden la “technodiversidad” como una forma de proteger la riqueza epistémica frente a la homogeneización tecnológica. No obstante, esta diversidad no es plenamente accesible para todos. En Ecuador, solo el 38 % de los hogares rurales tenía acceso a internet en 2023, frente al 66 % a nivel nacional (INEC, 2023). Esta brecha digital también afecta por género y edad: las mujeres y los adultos mayores tienen menor acceso y alfabetización digital (Yasseri, Gildersleve & David, 2022). Estos datos muestran que aunque la digitalización abre puertas, también puede dejar fuera a quienes no tienen conectividad o habilidades tecnológicas.




Autor: Elaborado por autor

¿Qué saberes prevalecen?

En conclusión, la era digital ha visibilizado una mayor diversidad de saberes y ha creado nuevas formas de producción y circulación del conocimiento. Sin embargo, esta expansión no está exenta de tensiones: prevalecen los saberes rápidos y visuales, mientras que muchos conocimientos tradicionales siguen sin validación suficiente. La tarea pendiente es construir criterios éticos y políticos que garanticen el respeto, la inclusión y el reconocimiento de todos los saberes, sin que unos desplacen a otros.


Referencias Bibliográficas

  • Agüero Servín, M. de las M. (2011). Conceptualización de los saberes y el conocimiento. Universidad Iberoamericana.

  • Fiormonte, D. (2023). Technodiversity as the key to digital decolonization. UNESCO. https://www.unesco.org/en/articles/technodiversity-key-digital-decolonization
  • INEC. (2023). Boletín Nacional: acceso a TICs en Ecuador. https://www.censoecuador.gob.ec
  • Leff, E. (2006). Aventuras de la epistemología ambiental. Siglo XXI Editores.
  • Rajendran, V. et al. (2024). Exploring Digital Technologies in Intergenerational Learning within Tribes. ResearchGate.
  • Yasseri, T., Gildersleve, P., & David, L. (2022). Collective Memory in the Digital Age. arXiv. https://arxiv.org/abs/2207.01042


Autor: Terán Salazar Katherine Geovanna 




                   La doxa y la episteme en el contexto de las redes                                                  sociales 

              

Hoy en día pasamos buena parte del tiempo en redes sociales: viendo videos, leyendo hilos o compartiendo publicaciones. Pero entre tanto contenido, es difícil saber qué es verdad y qué es solo una opinión más. Y ahí es donde entran dos conceptos clave que nos ayudan a pensar: la doxa y la episteme. La doxa es lo que la gente cree sin pensar mucho, una especie de “sabiduría popular” o creencia que se acepta porque muchos la repiten. No está necesariamente basada en pruebas, sino más bien en opiniones, intuiciones o emociones (Santos, 2021). Por otro lado, la episteme es el conocimiento más sólido, el que se construye con evidencia, argumentos y reflexión crítica.


El problema es que, en redes sociales, lo que más se comparte no suele ser lo más verdadero, sino lo que más impacta, emociona o indigna. Eso le da un protagonismo enorme a la doxa. De hecho, muchas veces las personas comparten cosas sin verificar si son ciertas o no, simplemente porque les suena “correcto” o porque refuerza lo que ya piensan. Esto genera cámaras de eco, donde solo escuchamos ideas parecidas a las nuestras y nos alejamos del pensamiento crítico. Además, hay otro problema: la desinformación. Durante la pandemia, por ejemplo, circularon noticias falsas que llevaron a muchas personas a tomar decisiones peligrosas, como consumir sustancias tóxicas creyendo que curaban el virus. Todo eso fue impulsado por redes sociales y la falta de filtros (Santos, 2021).


Pero no todo es negativo. Las redes también pueden ser una herramienta poderosa para democratizar el conocimiento. Hoy cualquier persona con acceso a internet puede aprender cosas nuevas, compartir saberes o incluso enseñar, sin necesidad de estar en una universidad. Incluso se están empezando a valorar más otros tipos de conocimiento, como los saberes indígenas o comunitarios, que antes eran ignorados. Sin embargo, Santos (2024) también advierte que estos saberes muchas veces son invisibilizados o apropiados sin reconocimiento. Para evitar esto, necesitamos una “justicia cognitiva”, es decir, valorar todos los conocimientos por igual.


Autor: Tupiza Chacon Wendy Tatiana



Nueva revolución en las teorías científicas sobre el origen de la  consciencia - El Extremo Sur

 

 Las teorías científicas en la construcción de la verdad digital ayudan a explicar cómo funciona el mundo de manera lógica y comprobable. En el mundo digital, el conocimiento también se construye, pero muchas veces se basa en información compartida a través de las redes, plataformas o medios virtuales, que no siempre cuentan con verificación científica. Por eso, validar el conocimiento en entornos digitales requiere analizar si la información es confiable, si tiene fuentes claras y si se puede comprobar.

 

 ¿Cómo se valida el conocimiento en entornos virtuales?

En los entornos virtuales, el conocimiento se valida mediante varios criterios como la credibilidad de las fuentes, la verificabilidad de la información, el consenso entre expertos y el uso de métodos científicos o técnicos confiables. A diferencia del conocimiento cotidiano o basado en opiniones, la información válida en el mundo digital debe estar sustentada con evidencias claras, ser coherente con otros conocimientos comprobados y ser posible de rastrear hasta su origen. 

Entornos virtuales: nuevos espacios para la construcción del aprendizaje -  Unidiversidad 

 

 Riesgos que corremos al no validar el conocimiento en los entornos virtuales

  Si no validamos el conocimiento en los entornos virtuales, corremos el riesgo de difundir información falsa, manipulada o incompleta, lo que puede causar confusión, desinformación y hasta tomar decisiones erróneas. 

"IDENTIFICAMOS RIESGOS EN LOS ENTORNOS VIRTUALES"  

 Por lo tanto, validar el conocimiento en entornos virtuales es fundamental para garantizar que la información que consumimos y compartimos sea confiable, útil y basada en hechos reales. En la era digital, donde circula una gran cantidad de contenido sin filtros, el pensamiento crítico y la verificación de fuentes se vuelven herramientas esenciales. No validar lo que vemos en internet puede generar desinformación, afectar decisiones importantes y debilitar la comprensión del conocimiento verdadero. Por ello, es responsabilidad de cada usuario ejercer un uso consciente, reflexivo y ético de la información digital.


Autor: Natalia Abigail Ango Fuentes

La verdad en la era de la posverdad: desafíos epistemológicos en tiempos digitales

La era digital ha transformado radicalmente la manera en que las sociedades producen, interpreta y validan la verdad. En este nuevo escenario, la verdad ya no se define exclusivamente por su correspondencia con los hechos, sino por su capacidad de resonar emocionalmente con una audiencia. Esta lógica da lugar a lo que se conoce como “posverdad”, donde la objetividad es desplazada por narrativas moldeadas por creencias y emociones. Según McIntyre (2018), “la posverdad no significa que la verdad haya desaparecido, sino que ha sido subordinada a otros valores como la conveniencia o la identidad grupal” (p. 7). Esta condición representa un desafío epistemológico urgente en un mundo mediado por algoritmos.

El ecosistema digital propicia un entorno fértil para la propagación de desinformación. Las redes sociales y los motores de búsqueda priorizan el contenido más llamativo, no el más verdadero. Wardle y Derakhshan (2017) sostienen que “la arquitectura de las redes sociales ha facilitado una economía de la desinformación, donde el contenido emocionalmente impactante se propaga más rápido que los hechos” (p. 9). Este fenómeno socava las bases del conocimiento científico, cuya legitimidad radica en procesos rigurosos de verificación, contrastación y revisión por pares. La verdad, en este contexto, compite con la espectacularización de la mentira.

Asimismo, los algoritmos refuerzan la polarización cognitiva. Al ofrecer contenidos personalizados, se crean “cámaras de eco” donde las creencias se refuerzan y rara vez se cuestionan. Pariser (2011) advierte que “nos enfrentamos a una realidad construida a medida, que limita el diálogo plural y socava la democracia deliberativa” (p. 14). Esta fragmentación del discurso genera múltiples “verdades” parciales, erosionando el consenso social y debilitando los marcos compartidos de realidad. En consecuencia, la validación epistemológica requiere más que evidencia: demanda diálogo, diversidad de fuentes y pensamiento crítico.

Por lo tanto, resistir la posverdad no implica negar la tecnología, sino comprender sus lógicas internas y sus consecuencias epistemológicas. Se requiere una alfabetización digital crítica que fomente el discernimiento, la autorreflexión y el compromiso ético con la verdad. Solo así podremos reconstruir un horizonte compartido de sentido donde el conocimiento no sea rehén de los algoritmos, sino una herramienta para la libertad intelectual y el fortalecimiento democrático.

Referencias

Floridi, L. (2020). The logic of information: A theory of philosophy as conceptual design. Oxford University Press.

McIntyre, L. (2018). Post-truth. MIT Press.

Pariser, E. (2011). The filter bubble: What the Internet is hiding from you. Penguin Press.

Wardle, C., & Derakhshan, H. (2017). Information disorder: Toward an interdisciplinary framework for research and policy making. Council of Europe.


















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